Aunque el conflicto se lleve a cabo al otro lado, es importante el papel que podría jugar Colombia en el debate del reconocimiento de Palestina como Estado, cuando el gobierno de Juan Manuel Santos ha mostrado interés de incursionar en el mundo evitando el aislamiento. La posición del presidente colombiano fue revelada el pasado miércoles ante las Naciones Unidas, y fue muy clara siguiendo la línea de la diplomacia, entre dos intereses paralelos que nunca se podrán encontrar.
El conflicto de Israel y Palestina no ha tenido resolución sin duda por el gran problema de que, por un lado, un Estado legal y debidamente constituido como Israel, además de internacionalmente legítimo, y por el otro, una nación como Palestina, sin personería jurídica internacional, que vive de la caridad del mundo árabe, sin los derechos internacionales de los que goza un Estado. Por tanto, el diálogo ha sido, y será, mientras se mantenga esta situación, "desigual".
Siempre que los Estados se han enfrentado entre sí, en la paz como en la guerra, se ha desarrollado entre ellos un grado de relación jurídica. Esas normas de conducta adoptan la forma de acuerdos mutuos del tipo que hoy se conocen como “tratados”. Hablar de diálogo entre dos partes en situación de desigualdad es un imposible, y corrobora el por qué todas las posibilidades de conversación entre israelíes y palestinos han fracasado. A fin de cuentas, los israelíes cuentan con un mayor privilegio que los palestinos: poseen un Estado, son una nación que ocupa un territorio geográfico determinado, tienen una organización política internacionalmente reconocida y un ejército que cuida sus fronteras.
Si la nación judía pudo constituirse como Estado, presupone también el derecho de los palestinos a constituir el suyo. Una nación, que ocupa un territorio, y que no puede erigirse como Estado, a merced de Estados legalmente constituidos y reconocidos, sin ejército, sin personería jurídica o influencia en los organismos internacionales (es decir, sin espacio real de diálogo), no podrá jamás negociar. La posición de Israel y Estados Unidos sobre Palestina busca presionar a los palestinos a acondicionarse a las exigencias de Israel, y no verdaderamente a buscar la paz, que deberá comenzar por el reconocimiento del Estado Palestino y la existencia de Israel.
Esta posición fue ratificada por el presidente de Estados Unidos Barack Obama en el discurso de apertura en el encuentro que se desarrolló en Nueva York, cuando consideró que "la paz no vendrá de resoluciones y declaraciones en la ONU", sino de las negociaciones directas entre israelíes y palestinos. O sea que el asunto sigue parsimoniosamente hasta que la gran potencia del Norte decida dar el viraje, pues en la ONU manda. Lo grave es que mientras Palestina no sea reconocida como Estado, estaría excluida del poder que tiene Israel para acudir a los organismos internacionales y recibir el respaldo de los países miembros. Son dos posiciones diferentes que llevarían a negociaciones en condiciones desiguales a favor de Israel y en contra de Palestina.
POSDATA: No estaba equivocado el físico alemán Albert Einstein: “Sería mi mayor tristeza ver que los Sionistas (judíos) le hagan a los árabes de Palestina lo mismo que los nazis les hicieron a los judíos.”
El conflicto de Israel y Palestina no ha tenido resolución sin duda por el gran problema de que, por un lado, un Estado legal y debidamente constituido como Israel, además de internacionalmente legítimo, y por el otro, una nación como Palestina, sin personería jurídica internacional, que vive de la caridad del mundo árabe, sin los derechos internacionales de los que goza un Estado. Por tanto, el diálogo ha sido, y será, mientras se mantenga esta situación, "desigual".
Siempre que los Estados se han enfrentado entre sí, en la paz como en la guerra, se ha desarrollado entre ellos un grado de relación jurídica. Esas normas de conducta adoptan la forma de acuerdos mutuos del tipo que hoy se conocen como “tratados”. Hablar de diálogo entre dos partes en situación de desigualdad es un imposible, y corrobora el por qué todas las posibilidades de conversación entre israelíes y palestinos han fracasado. A fin de cuentas, los israelíes cuentan con un mayor privilegio que los palestinos: poseen un Estado, son una nación que ocupa un territorio geográfico determinado, tienen una organización política internacionalmente reconocida y un ejército que cuida sus fronteras.
Si la nación judía pudo constituirse como Estado, presupone también el derecho de los palestinos a constituir el suyo. Una nación, que ocupa un territorio, y que no puede erigirse como Estado, a merced de Estados legalmente constituidos y reconocidos, sin ejército, sin personería jurídica o influencia en los organismos internacionales (es decir, sin espacio real de diálogo), no podrá jamás negociar. La posición de Israel y Estados Unidos sobre Palestina busca presionar a los palestinos a acondicionarse a las exigencias de Israel, y no verdaderamente a buscar la paz, que deberá comenzar por el reconocimiento del Estado Palestino y la existencia de Israel.
Esta posición fue ratificada por el presidente de Estados Unidos Barack Obama en el discurso de apertura en el encuentro que se desarrolló en Nueva York, cuando consideró que "la paz no vendrá de resoluciones y declaraciones en la ONU", sino de las negociaciones directas entre israelíes y palestinos. O sea que el asunto sigue parsimoniosamente hasta que la gran potencia del Norte decida dar el viraje, pues en la ONU manda. Lo grave es que mientras Palestina no sea reconocida como Estado, estaría excluida del poder que tiene Israel para acudir a los organismos internacionales y recibir el respaldo de los países miembros. Son dos posiciones diferentes que llevarían a negociaciones en condiciones desiguales a favor de Israel y en contra de Palestina.
POSDATA: No estaba equivocado el físico alemán Albert Einstein: “Sería mi mayor tristeza ver que los Sionistas (judíos) le hagan a los árabes de Palestina lo mismo que los nazis les hicieron a los judíos.”