MODELO YUNUS EN COLOMBIA

Poco se sabe en nuestros territorios sobre la existencia de un banco que le presta a los pobres. La dinámica del pensamiento económico ha generado profundos cambios en la nueva concepción del crecimiento, pues la medición del crecimiento basada en el incremento del producto interno bruto (PIB) se ha considerado que no es suficiente para sacar de la pobreza a los pobres que apenas han tenido acceso a una migaja del gran ponqué y al estar excluidos no se les considera creadores de riqueza. El estudio centrado en el PIB se había olvidado de esas personas como un coste humano del subdesarrollo, mientras la discusión se centraba en qué era primero: si crecer y luego distribuir o distribuir y luego crecer, el tiempo pasaba y los pobres seguían en la misma situación de marginamiento.

El camino de distribuir y luego crecer es la ruta que siguió el modelo de Muhammad Yunus en Bangladesh con la fundación del Grameen Bank, mediante la disposición del crédito, poniéndolo en manos de los pobres y el acompañamiento de una organización social en que ellos se involucran responsablemente. En Colombia arrancó la idea, cuando en el año 2009 fue suscrito y firmado en Cartagena, el memorando de entendimiento en el cual se establecieron los parámetros de negociación y colaboración entre Luis Carlos Sarmiento del Grupo Aval y Muhammad Yunus, fundador de Grameen Bank.

Lo cierto es que el banco arrancó y va viento en popa, siguiendo al pie de la letra el modelo de Yunus, puesto que la organización y el funcionamiento del nuevo banco colombiano no están a la deriva, al recibir asesoría de expertos que ha proporcionado el modelo de Bangladesh. Se inició en Bogotá con el nombre de Grameen Aval Colombia, con sucursales en barrios donde predominan las poblaciones pobres, inicialmente se ha instalado en las localidades de Usaquén, Usme, Bosa y Suba.

Los préstamos del Grameen de Colombia son para personas de bajos recursos que viven en estado de pobreza, especialmente a aquellas mujeres que con su espíritu emprendedor buscan aliviar las obligaciones de su hogar con destino a desarrollar o ampliar pequeños negocios. Ya hay una experiencia que resulta de lo que dicen las mujeres que han recibido créditos otorgados por el Grameen de Colombia porque se sienten satisfechas, mientras los otros pobres del resto del país esperan que la idea, ahora realidad, se extienda rápidamente a sus territorios. Son millones los colombianos que necesitan de los microcréditos, pero, como para la banca comercial el negocio no es atractivo, es oportuno el impulso de otros donadores que quieran ayudar a la capitalización del banco.

Ojalá que los empresarios nacionales que les sobra la plata en sus cajas sigan el ejemplo, aportando dinero para que se puedan instalar más sucursales, por el momento se entiende que el capital semilla donado por el banquero colombiano es muy poco frente a la proyección de una red bancaria al servicio de los pobres que logre: distribuir y luego crecer. El crédito, más que un servicio, es un derecho humano, como el mismo Yunus lo ha reconocido para montar su red bancaria. Es posible que la asociación micro empresarial de Yunus basada en ahorro y aval social sea sujeto de imitación por los descendientes de los beneficiarios y así derivarse un prototipo de desarrollo que podría apalancar nuevas actividades laborales.

POSDATA: Según Yunus, el proceso de empobrecimiento es bastante predecible, igual que la manera de detenerlo.

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