LOS QUE PERDIERON LAS ELECCIONES

Perdieron las elecciones los partidos políticos que no fueron capaces de motivar a los colombianos ir a las urnas, sencillamente por la falta de programas atractivos que plantearan la solución a los problemas más comunes y que de alguna manera hubiesen estimulado al elector abstencionista. Los jefes de estas agrupaciones que cantaron victoria después de lo que pasó se equivocaron, los partidos siguen perdiendo adeptos, porque mientras el censo electoral crece, la abstención que es directamente proporcional no se detiene. También, perdieron los cabecillas que propiciaron en muchos municipios las asonadas que todos presenciamos.


A pesar de los esfuerzos del gobierno nacional para blindar las elecciones del dinero sucio y dar garantías para que se votara sin ningún contratiempo, se colaron centenares de candidatos promotores de irregularidades. Los tentáculos de los testaferros del narcotráfico y del dinero proveniente de la corrupción administrativa que se chupa los presupuestos departamentales y municipales, influenciaron la campaña electoral y abrieron el boquete para que muchos candidatos denegados ganaran las elecciones.


En Bogotá sucedió otra cosa. Con el triunfo de Gustavo Petro, los “progresistas”, perfilaron una nueva organización política fundada en la esperanza que Petro hará un gobierno social, como lo ha prometido, cuyas propuestas harán parte del plan de desarrollo del Distrito Capital, esperando un balance exitoso, de tal manera que el resultado sea ejemplo para el resto de las ciudades y pueblos de Colombia. Los más de setecientos veinte mil votos son el punto de partida para la conformación del nuevo proyecto político que surgirá y responderá haciendo los cambios sustanciales en la política y en lo social. Los progresistas se identifican con las transformaciones económicas, políticas e intelectuales, el combate a la corrupción y la intervención del Estado como instrumento necesario de equidad entre riqueza y pobreza.


El partido de la “U” que había cantado victoria adelantando una campaña triunfalista, teniendo en la cabeza el pensamiento del ex presidente Álvaro Uribe, perdió, al ser derrotado en las grandes ciudades como Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga y apenas ganó un seco. Y al ex presidente, como premio, sus habituales seguidores y aduladores le están tendiendo el tapete persa para que camine hacia la dirección del partido, con el compromiso que lo refine y lo convierta en la nueva derecha de Colombia.


En Córdoba la estocada fue para mayorías liberales, ahora minorías, perdiendo la sacarina del poder después de haber reinado turbulentamente con cinco mandatarios controvertidos, mientras sus ociosos dirigentes se ocupaban en usufructuar el imperio de aberrantes extralimitaciones y alianzas non santa que han dado lugar a los expedientes que roncan en los tribunales. Pero lo grave es que aquí no hubo claridad en el proceso electoral hacia la conquista del gobierno departamental, quedaron más dudas que esperanzas: lo que empieza mal termina peor. Y hoy, el departamento, con un joven abogado a la cabeza no está exento de presenciar la dubitación del pasado, a no ser que el elegido abandone sus malas amistades de financiación que habían puesto su postulación en tela de juicio, decisión que parece improbable.


POSDATA: Estaba en el camino correcto el dramaturgo inglés Philip Massinger: “Quien haya de gobernar a los demás debe empezar por gobernarse a sí mismo.”
www.edgarvergarafigueredo.blogspot.com

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