En este momento cuando la esperanza de muchos colombianos es conseguir la paz por medio del diálogo, hay otros que la ven perdida por esta vía y prefieren el enfrentamiento armado hasta que el enemigo caiga vencido en el terreno. La compilación de nuestra historia nos entrega enseñanzas que pueden servir de guía para que los dos caminos no sean excluyentes y el propósito sea apropiado, precisamente, cuando en la conducción de la búsqueda de la tranquilidad el gobierno nacional ha demostrado suficiente voluntad política.
El libro: Las Farc, escrito por Eduardo Pizarro León Gómez, de editorial Norma, recientemente publicado, trae la historia de la guerrilla campesina, desde su concepción como medio defensivo, hasta convertirse en un arma poderosa en busca del poder político enfrentada al Estado. El texto reconstruye la larga historia que se remonta a las luchas agrarias de los años treinta del siglo pasado, relacionadas con tres tipos de conflictos, como fueron, las condiciones del trabajo en las haciendas, la propiedad de la tierra mediante el cuestionamiento de los títulos de propiedad y las disputas relacionadas con los resguardos de las comunidades indígenas, los cuales llevaron a los campesinos a crear movimientos de autodefensas, que a través de un proceso evolutivo de asociaciones, pasaron a ligas campesinas y sindicatos agrarios.
En estos movimientos de lucha por la propiedad de la tierra aparecieron situaciones que dieron lugar al enfrentamiento entre los rebeldes y los que se oponían a la reivindicación de los derechos sociales, y en conjunto, fueron los protagonistas que construyeron la historia de la violencia colombiana. A pesar de haber transcurrido tanto tiempo y el mundo cambiado, todavía no concluye la etapa feroz, o por lo menos, el ánimo de los autores en armas sigue igual, al no entender que la sociedad les retiró su admiración por haber entendido que el medio de lucha violento empleado ya no encaja en el momento actual.
El autor analiza el papel que jugó el partido comunista en el proceso de creación de los grupos de autodefensas y el nacimiento de las FARC, del ELN y del EPL, que inspirados por el triunfo del movimiento 26 de julio en Cuba, modificó el rumbo de la guerrilla, al ser concebida como un instrumento para alcanzar el poder. En una parte central del libro se analizan los distintos grupos guerrilleros y sus actores en los territorios y los intentos efectuados por los gobiernos para negociar la paz. Igualmente, los patrones de conducta del gobierno colombiano, más de uno, para enfrentar el desafío insurgente, frente al único y exitoso adoptado en el Perú, al derrotar esos mismos tipos de movimientos.
Finalmente, no escapa al autor del libro analizar la fuente financiera de la guerra por parte de la última generación de grupos ilegales alzados en armas, como el secuestro y el tráfico de drogas. A todas luces, el apoyo de la comunidad internacional a Colombia, al considerar a la guerrilla grupo terrorista, dejó sin piso la posibilidad de encontrar un sostén en la incursión latinoamericana de gobiernos de izquierda, como Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina y Uruguay, entre otros, es parte del escrutinio del autor.
POSDATA: No es justo seguir la dirección del escritor romano Flavio Renato Vegecio: “Si quieres la paz, prepara la guerra.”