LOS TRES JUGUETICOS

Está convalidado que en Colombia hay presos en las cárceles de primera y de segunda clase, o que es análogo, de cuello blanco y de ruana. Los primeros gozan de todos los beneficios en las cárceles y pagan condenas ridículas frente al delito cometido, salen rápido de las prisiones, mediante la realización de trabajos para niñas, regando jardines y sembrando toronjil o yerbabuena, o recogiendo huevos. Esto a pesar de existir un moderno código que regula el cumplimiento de las medidas de aseguramiento, la ejecución de las penas privativas de la libertad personal y de las medidas de seguridad. Para los de cuello blanco, los 174 artículos que comprende la norma pueden flexibilizarse, muchos están abiertos a la interpretación de los fiscales y jueces o de los directores de las cárceles y se pueden cotejar a las circunstancias, dependiendo del sujeto.


Al igual que ayer, los colombianos observamos, que cuando se denuncian o se encuentran irregularidades en la vida de los prisioneros, se repiten las mismas declaraciones por los directores de las cárceles para justificar el estado de bienestar que ellos gozan. Recientemente, ante el escándalo de los privilegios de los Nule & Compañía en la casa que habitan en la cárcel La Picota, el coronel en retiro Álvaro Valencia Isaza, director de la misma, declaró el pasado martes 7 de febrero a RCN TV, que el privilegio consistía en “tres jugueticos” que ellos poseían. Gracias, por ser jugueticos y no armas que podrían servirles para defenderse de los fiscales y jueces que los investigan y juzgan. ¿Cuántos reclusos no estarán deseosos de tener la misma suerte de estos muchachos empresarios privilegiados mañosos?


El susodicho director ve poco. Los tres jugueticos a que se refirió el coronel retirado consistían en iPad, playstation, celulares para comunicarse con el mundo entero, moderno aparato de televisión, computador, mesa de juego de billar, gimnasio, plata en efectivo, cocinero privado y cómodas camas para que se despertasen tardecito, mientras sus colegas de prisión madrugan. Y como ñapa, gozan de cinco visitas a la semana mientras los del lado, dos. Aún pueden tener más añadiduras que hacen feliz a los sindicados Nule, pero las que encontraron son más que suficientes para vivir dignamente como un buen millonario a costa de los impuestos de los bogotanos. ¡Que viva la suerte!


El código, Ley 65 de 1993, que es una retahíla de normas, como casi todas las leyes de la república, se confeccionó a la medida de quien se pone el saco. Se caracteriza por dejar huecos para que los funcionarios lo interpreten a su manera dependiendo del marrano. Siempre, en las leyes expedidas algo huele mal. O sea, que lo que a primera vista resulta ser serio, se convierte de un momento a otro en régimen para ángeles si se trata de los de primera, o régimen para negros si se trata de los de segunda. A duras penas alcanza a aplicarse íntegramente a los pobres sindicados y condenados que carecen de recomendación o no tienen conexión directa con el poder político o económico.


Con las comodidades y lujos que consiguieron en el penal los hermanos y primos Nule, en cooperación con algunos funcionarios de La Picota, a la luz del día y para fines lujuriosos, se observa que violaron más de un artículo del código penitenciario y carcelario. Antes de ellos, han sido muchos los favoritos de la corrupción del sistema carcelario, lo fueron los parapolíticos y ciertos funcionarios públicos que pasaron y pasan allí ricas vacaciones, al son de bacanales y amplias facultades para darse su propio confort.


POSDATA: Lo había escrito el sociólogo italo-argentino José Ingenieros: “El genio crea instituciones y el bárbaro las viola.”

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More

 
Design by Radium | Bloggerized by Radium