HERENCIA MALDITA

El 18 de mayo pasado unos concejales llevaron a la mesa de la corporación de Montería, antes del plato fuerte, un abreboca que conmovió a un sector de la ciudadanía que observa que no pasa una semana sin que se descubra una gresca de corrupción o mal gobierno en lo local o departamental. Pero algunos concejales reelegidos tuvieron silenciosos, los muertos se les pasaron por debajo del puente sin estar el río crecido. Los malos gobiernos son el resultado de tomar malas decisiones y de negligencia para cumplir obligaciones y atender los negocios que son de competencia de la administración.

Después del destape en el Concejo, el actual alcalde de la ciudad puso el pecho: eso está bien. Pero lo que no es correcto es que el saliente no haya informado sobre el peligro de lo que estaba pasando con la abundancia de reclamaciones por vía procesal, algunas, prosperando ocultamente en los bufetes judiciales. El soplo inicial de los concejales se quedó por debajo de la realidad, la cantidad de demandas y sus precios sobrepasaron las cifras iniciales. Ahora son 281 demandas y no 250 y el valor de 177 mil 235 millones supera los 100 mil millones del aperitivo edilicio (El Meridiano 22-05-12).

El alcalde Carlos Eduardo Correa dice que tiene lista y reforzada la artillería para defender a toda costa el tesoro de la localidad frente a la irrupción de los posibles acreedores. Y apacigua a la gente afirmando que muy posiblemente unos procesos van a salir a favor del municipio. Por supuesto, al nuevo alcalde hay que creerle, aunque la querella sigue vigente mientras concluyen los sumarios. Por su parte, los concejales que deben estar abarrotados de información sobre el origen del problema, quedan comprometidos a reforzar el control político pues no podrían ser tiradores de piedra escondiendo la mano.

El contralor municipal Jorge Esquivia García, encargado de vigilar que no se roben los recursos públicos, anuncia investigaciones, aunque tardías son recibidas positivamente, pues era su responsabilidad conocer estos hechos antes que los mismos cabildantes. El contralor se pellizcó después que le apretaron los concejales y los medios de comunicación. Ojalá que actúe como gato (cazador) y no como morrocoy (lento). Como el hecho puesto a la luz pública es estructural y no circunstancial, previene a la persona que está encargada del control fiscal de esculcar toda la casa y actuar frente al peligro que se avecina por una situación grave de descuido o despilfarro o aprovechamiento ilícito como resultado del desamparo en que se pudo encontrar la administración de Montería.

Porque el gobierno de la ciudad ha sido continuamente víctima de los vivos que han tomado su administración alegremente, es que la prosperidad material y social de la ciudad y sus corregimientos no ha tenido correspondencia con el rendimiento de los impuestos y las participaciones nacionales que aumenta por encima de las expectativas fiscales. Por consiguiente, Concejales, Alcalde, Contralor y Personero no pueden ser indiferentes, están comprometidos en no dejar caer la municipalidad en el abismo de bancarrota financiera. ¿Y las veedurías ciudadanas qué? ¿Los gremios y los paga impuestos qué? ¿Las universidades y los académicos qué? ¡Pues, a descruzarse las manos y a despertarse del sueño profundo!

POSDATA: A los que tienen el encargo de la defensa, les dice el novelista español Vicente Espinel: “Los hombres de bien no han de hacer cosas de que se deban arrepentir.”

 

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