El movimiento “puro centro democrático” llamado a conformar un Frente Antiterrorista fue el punto de partida de la cofradía del ex presidente Álvaro Uribe en la reunión del Club El Nogal. Así como fueron los postulados, la línea es de la otra orilla que combate las ideas progresistas, pudiendo llegar hasta coartar la libertad del contrario para echarle más leña al fuego. Es un claro derecho de los colombianos expresar sus opiniones políticas sin el bozal que impone el anarquismo y el despotismo. La política es el medio expedito para solucionar los problemas de la nación, resueltos mediante el análisis mesurado y sereno de la situación, y sin pasión y ambición en un clima de paz en contra de la subversión, la corrupción y el asesinato, es algo que no tiene propietario.
Creer que en un sistema democrático la última palabra la tiene un solo hombre es un enorme error, puesto que el gobierno aristocrático de reyes, príncipes, condes o barones está enterrado. En una sociedad demócrata el poder es ejercido por el conjunto de los ciudadanos o por sus representantes, en donde sus integrantes tienen como principal medio de acción la libertad gozando de un orden político, económico y social justo. Nos quieren meter por los ojos el engrandecimiento de ciertos hombres cuando no tienen los méritos reconocidos por la sociedad. La honradez intelectual no se consigue a la vuelta de la esquina, es necesario que el destinatario haya logrado reunir un acervo de grandeza, honestidad y respeto a las leyes, comprobado a través de un excelente comportamiento moral en la vida pública y privada.
Es respetable la aspiración del ex presidente Uribe o la de uno de sus amigos apoyados por él. Como también sería respetable la de otro colombiano que quiera llegar al primer cargo de la república. La “derecha recargada” como han llamado algunos a ese cuerpo surgió como una reacción al atentado del ex ministro Fernando Londoño Hoyos, acto atroz que la mayoría de los colombianos condenamos en su momento. El país no puede aceptar que ciertos políticos quieran imponer la derecha extrema como pensamiento común; a esa derecha que cataloga de terroristas a las personas que no están de acuerdo con sus principios y opiniones y la manera de hacer política y conseguir el poder, es a la que hay que tenerle miedo.
Frente a la intención del banquete Uribista surgen las siguientes preguntas: ¿Habrá un colombiano que no quiera vivir en un país en paz? ¿Habrá un colombiano que auspicie el terrorismo en el territorio nacional? ¿Habrá un colombiano que no rechace los ataques horrendos a poblaciones indefensas por la guerrilla? ¿Habrá un colombiano que no respalde al Presidente de la República cuando busca la paz con la subversión? ¿Habrá un colombiano que no repudie los crueles asesinados cometidos por los paramilitares, hoy bandas criminales? ¿Habrá un colombiano que no condene las alianzas de los políticos con los criminales? ¿Habrá un colombiano que no reproche la corrupción pública asociada con la privada para defraudar al Estado?
A los poquísimos que fomentan o ejecutan la violencia, el terrorismo, la criminalidad y la corrupción hay que enfrentarse.
POSDATA: Constancia del escritor francés Maurice Barrés “La vanidad no es más que la apariencia, la representación de alguna cualidad que no se posee.”