LA COMEDIA DE LA JUSTICIA

Para cualquier ciudadano puede ser apasionante la lectura del libro “La Comedia de la Justicia” de Francisco Bruno, originalmente publicado por Editorial Santafé en 1930. Tengo un ejemplar editado por Gama Impresores en el año 1977. Es una obra especial para quienes diariamente tienen que bregar con los despachos judiciales y su cohorte de funcionarios, empezando por los juzgados municipales hasta las encumbradas cortes y tenerse que enfrentar a la parsimoniosa marcha de los procesos.

La obra de Bruno es de obligatoria lectura de estudiantes y profesores de las escuelas de derecho de las universidades como también de investigadores, abogados, jueces, fiscales, magistrados, periodistas y hasta de quienes ejercen el control disciplinario. El diagnóstico material y ético que hace Bruno sobre la marcha de la justicia es de actualidad, es una fuente importante de consulta, en virtud de que la mayoría de sus planteamientos están vigentes, en momentos en que se siente la crisis de la justicia por causa de los envejecidos procedimientos y las pretensiones de sus élites de excesivos privilegios.

El trabajo de Bruno es el fruto del desarrollo de su inteligencia, en su trajín conoció el funcionamiento de la justicia desde muchos puntos de vista, y sin tapujos, se atrevió a hacer el recuento estructural de lo que ocurría hace más de ochenta años. A pesar de todo, muchos de los defectos denunciados están allí y las propuestas de ajustes todavía siguen aplazándose. Distingue los actos, califica las actuaciones de los operadores de la justicia, denuncia los vericuetos de las oficinas y pone al descubierto el daño social derivado.

El lector acucioso concluirá que han sido poco los cambios que ha tenido la justicia, puesto que muchos de los problemas del pasado denunciados siguen vigentes. Esas grandes carencias permanecen en la estructura judicial, y si bien se han hecho reformas, no han resuelto los problemas de aplicación de la ley y mal comportamiento humano. Hay que recordar que cuando Bruno escribió la obra, la nación era atrasada y gobernada por los gamonales que estaban químicamente incrustados en las instituciones políticas.

Dice que, a la manera del clínico, recoge todas las experimentaciones de la patología judicial y que en las páginas de su libro no se encuentra el operador de la justicia que vaya por la vida en la conquista desesperada del postulado filosófico y jurídico que resuelva el angustioso problema de la pacificación humana. Consideró que la falta de una administración de justicia independiente y vigilada, abrió la puerta para que los tentáculos del ejecutivo y legislativo penetraran en ella, al igual que el poder judicial se entrometiera en aquéllos.

Francisco Bruno conoció el tejemaneje de la rama judicial y ejerció el derecho con excesiva pulcritud, lo cual lo coloca como una autoridad moral para escribir sobre el tema. Era natural de Vélez (Santander), lugar a donde había llegado su padre procedente de Italia. Abogado de la Universidad Externado de Colombia, tuvo una larga historia profesional, empezando por secretario de juzgado, magistrado de tribunal, director general de prisiones y finalmente magistrado de la Corte Suprema de Justicia. Y durante esa trayectoria, periodista y profesor de las universidades Externado y Nacional de Colombia.

POSDATA: Para la magistratura, consideró Bruno: “Se requiere ser sabio, sabio de verdad, un apóstol y un profesor de ética.”

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