MARCHA POR LA PAZ

El próximo martes 9 de abril, cuando se cumplen sesenta y cinco años del crimen de Jorge Eliécer Gaitán, se celebra en la plaza de Bolívar de Bogotá la Marcha por la Paz. El evento es una expresión ciudadana de quienes creen, que a través del diálogo, puede conseguirse con los subversivos FARC y el ELN. El acto no puede confundirse con el aniversario del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, en razón a que la lucha del líder liberal fue la reivindicación social de los pobres, la justicia social y la oposición al saqueo del Estado por la clase dirigente de la época. El concepto de paz de Gaitán es muy superior.

Hoy se habla de paz, para referirse únicamente al acuerdo con los grupos guerrilleros y paramilitares. Esto es parte, pero no es el todo y se hace abstracción de lo demás. Se necesita: instaurar la tranquilidad y eliminar la incertidumbre entre la gente, gobiernos ecuánimes que ejerzan el poder con respeto por los derechos humanos, políticos y económicos, mecanismos legales eficaces para combatir la corrupción y la impunidad y el goce de un estado interior carente de sentimientos negativos entre los ciudadanos.

¿Qué paz podría haber en un país en que el Estado no interviene enérgicamente? Por ejemplo, para detener la explotación financiera de los bancos, para que los campesinos vuelvan a sus legítimas propiedades y para que el sector privado y público dueño de las EPS presten servicios eficientes.

Después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán cambió totalmente la manera de hacer política en Colombia y empezó la deformación de los partidos. El liberalismo dejó de ser el partido del campesino, del obrero, del estudiante, de los pobres y de las reivindicaciones sociales y de la igualdad y vino la desilusión. Gaitán luchó por conseguir muchas cosas. La plena participación política de la mujer, estuvo contra la negación de la democracia de la mentira y del engaño y el establecimiento del voto obligatorio.

Y de manera grande, abogó por la restauración moral y democrática de la república, en el entendido que ambas habían caído en lo más profundo. Era la brega por la paz en sentido sustancial y más amplio. El voto obligatorio, al tener fuerza de ley, obligaba a los políticos ir a la inteligencia de las masas. Denunció la corrupción como ejercicio común de los partidos, de sus dirigentes y de la oligarquía que los dominaba. Defendió la intervención del Estado para hacer real la democracia económica.

El ideario de Gaitán, a pesar de que fue enterrado en su mayor parte, algo quedó para el futuro. Pero siempre en la ejecución se ha impuesto la retórica a la materialidad. Para época de violencia dejó dos piezas excepcionales. La Oración por la Paz, pronunciada el 7 de febrero de 1948 en la manifestación del Silencio realizada en Bogotá y la Oración por los Humildes, vocalizada el 15 de febrero del mismo año en la ciudad de Manizales. La singularidad de la Oración por la Paz fueron las banderas negras entre la multitud. Se solicitaba hechos de paz al Presidente de Colombia. Mucho de coincidencia con lo que hoy sucede en la patria.

POSDATA: Con Gaitán, los colombianos: “¡Os pedimos hechos de paz y civilización!”

(05-04-13)

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