GOLOSINA DEL PODER LOCAL


Es explicable la codicia que existe entre los sectores políticos regionales para apoderase de los gobiernos departamentales y municipales. Sin duda, el atractivo principal es la cantidad de plata que manejan las entidades territoriales. La mayoría de ellas constituyen el botín del despilfarro y del robo alejado de todo control público y ciudadano. Algunas operan  mafiosamente. Son instituciones que concentran el poder político regional, distribuido en treinta y dos gobernaciones y más de mil cien alcaldías. Cada una tiene uno o varios dueños con su pila que reparte puestos y contratos.

Según las últimas cifras de 2011, consolidadas por el Departamento Nacional de Planeación (DNP), los departamentos manejaron durante ese año más de veinte billones de pesos y los municipios más de treinta y siete. El cálculo para el 2013, indica que los departamentos están administrando veinticuatro billones y los municipios cuarenta y dos billones aproximadamente. En total son sesenta y seis billones de pesos al año.

En resumen, los entes territoriales, en conjunto, administran anualmente recursos equivalentes a más de las dos terceras partes del monto del presupuesto general de la nación (ciento ochenta y cinco billones de pesos) y casi cinco veces más que el Distrito Capital de Bogotá (un poco más de trece y medio billones de pesos anuales). Los datos nos dan una idea del tamaño del poder fiscal de los departamentos y municipios que es lo que atrae a los políticos locales.

En la trayectoria de la toma de las administraciones departamentales y municipales por la clase política local se ha visto de todo. Los que ganan las elecciones, normalmente tienen vínculos con el crimen, o el paramilitarismo, o  el narcotráfico, o los negocios ilegales o la corrupción administrativa. O en el extremo, para conseguir el poder combinan esas formas irregulares para adueñarse de las gobernaciones y las alcaldías. Hay pocas excepciones.

Se quiere que los políticos cambien de un día para otro. Los órganos de control estatal hacen parte del aparato político y lo consienten, pues, es común el constreñimiento o fraude al sufragante y demás infracciones a la ley penal sobre delitos contra los mecanismos de participación democrática. En los comicios electorales se práctica una combinación de todas esas formas de corrupción que están prohibidas y que las autoridades nunca investigan, puesto que en la mayoría de los casos las pruebas son insuficientes y los testigos se retractan frente a la delincuencia organizada que los amedranta. ¡Reina el facilitismo!

Lo que pasa en el departamento de La Guajira con el gobernador Juan Francisco Gómez Cerchar, aterra a la opinión pública, lo acusan de vínculos con la mafia de la gasolina y con la criminalidad local. A pesar de tener todo en contra, la Fiscalía y la Procuraduría tienen poca información sobre lo que allí ocurre.

POSDATA 1: Estaba dicho por el poeta romano Publio Siro: “Es preciso tener una oreja sorda para las cosas malas.”

POSDATA 2: ¿Será que las empresas de telefonía celular le devuelvan a los ciudadanos la plata que cobran demás por la caída de las llamadas? Increíble. El Ministro de Tecnologías de la Información apenas se pellizcó cuando el Presidente Santos fue víctima de una de esas empresas.   

(17-05-13)

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