Son muchos los candidatos al congreso que se colaron entre el agua
turbia de la política, personajes que pronto con su credencial en la mano
suministrada por el Consejo Nacional Electoral estarán sentados en el
Capitolio. Muchos de ellos implicados en un extremado complot engendrado por
promover la compra de votos y haber participado en descalabros como el de la
extinta Caja Nacional de Previsión y de la Dirección Nacional de
Estupefacientes, entran nuevamente al congreso llevando consigo estigma. Otros,
muy decentes ejercerán la legislatura con orgullo.
Poco valieron las alertas emitidas por los medios de comunicación de lo
que se veía venir. El balance final electoral desprestigia las figuras de
senador y representante a la cámara, que con el mayor dolor patriótico y
desamparo, la gente de bien de Colombia tiene que aguantarse. Nos quejamos de
que los jóvenes no votan. Pero la política así como está no es atractiva.
Semejante cuadro patente espanta a más de un posible candidato.
El desprecio popular por el comportamiento deshonesto de quienes
actuaron ilícitamente compromete la reputación de la democracia y no se ve el
salvamento que pueda detener el avance inescrupuloso del ejercicio político. La
gran mayoría de compatriotas han expresado el descontento y los columnistas de
periódicos hemos recogido esa voz de protesta que no deja otro sabor distinto
que el derroche de los impuestos y de los ingresos derivados del subsuelo de la
patria.
Es un conflicto que conduce a la marginación política y social de muchos
ciudadanos y a la vez frena las posibilidades de ascenso al poder de nuevas
figuras inteligentes que irían quedando desplazadas para engrosar la masa
excluida. ¿Cuántos compatriotas hemos sacrificado, cuántos pobres y cuántos
niños y niñas hemos privado del acceso a los servicios básicos del Estado para
sacarlos de la miseria a causa del robo y despilfarro de los recursos fiscales?
Este es un costo alto que tenemos que pagar. ¡Qué desgracia en que hemos
caído!
Las investigaciones exhaustivas sobre lo que ha pasado es apenas un
contentillo. Desde ya se prevé que el resultado de tales pesquisas para
comprobar la impureza de ciertos votos malditos nunca se conocerá, todo quedará
congelado. Lo que sí se observa es que hasta el momento no hay resistencia
ciudadana a ese antipatriótico comportamiento de los personajes siniestros que
pusieron de moda el “voto espurio”.
Mientras surgen los primeros indignados, queda oculta la resistencia al
voto podrido. Es un fenómeno que se repite y se repite cada vez con nuevos
hechos que facilitan que prevalezcan los mediocres sobre los capacitados. Pues
mediante la compra venta del sufragio y las prebendas que salen del presupuesto
nacional y de los presupuestos de los departamentos y municipios, ya saqueados
suficientemente, se soporta el botín que financia la mala política. Sin duda,
un sector del electorado que se nutre de regalos de los políticos tiene culpa
en la debacle electoral.
POSDATA: Francisco Bacon,
tratadista inglés, ya había opinado: “Es arduo y difícil ser hombre político,
como lo es ser hombre verdaderamente moral.”
(14-03-14)