MANDARINES DE LA EDUCACIÓN

Otra vez PISA nos pisó internacionalmente. A los gobiernos de turno les importa un carajo la selección de un buen ministro de educación. Siguiendo esta misma costumbre la mayoría de los subalternos del plano directivo del despacho ministerial se escoge a dedo, de tal suerte que todos se arropan con la misma cobija. Desde el punto de vista de la calidad, preparación y fogueo que se exige cualquiera de los cualquieras no puede ser ministro de este ramo.

Esto es parte del problema, como también lo es, dentro de la jerarquía de la administración pública, la manera como se nombran los secretarios de educación en los ámbitos departamental y municipal, en que prima el poder del clientelismo, sin más requisitos necesarios. Los ministros y los secretarios tienen que ser educadores entrenados en su disciplina para que puedan construir la política pública educativa. Ahora bien, y sin ministro y  secretarios de esas cualidades difícilmente se podrá conseguir un próspero resultado.  

El final de la nueva evaluación del programa PISA que se acaba de conocer sobre competencia en resolución de conflictos, vuelve a revolver el cotarro mediático que suele envalentonarse con cualquier noticia que controvierta la política oficial de determinado sector y que pueda ser una atracción para los ciudadanos. Fue así como esta tasación que corresponde a otra categoría de pruebas desconcertó a la opinión pública colombiana, el país quedó en el último lugar entre cuarenta y cuatro naciones que concursaron.

No pudo ser otra la respuesta de la ministra de educación María Fernanda Campo: “la prueba de resolución de problemas es optativa. Solo 44 países decidieron presentarla y Colombia tuvo el coraje de medirse con los mejores”, quedamos fritos.  Señora Ministra, más que coraje, es una obligación participar, teniendo en cuenta que esto hace parte de la competitividad y de la aspiración de Colombia de pertenecer a OCDE, que es la entidad que promueve el sondeo. Así la voz esperanzadora quedó sepultada nuevamente. 
   
Del gobierno actual, apenas se escuchó a la ministra sin mayor proyección futurista, los candidatos presidenciales nada serio dijeron: ni fu ni fa y los ex presidentes que todavía politiquean, amnésicos como siempre en estos temas fundamentales, se silenciaron. Se esperaba de ellos una luz en la oscuridad para que las cosas pudieran cambiarse. Quedó al descubierto el nefasto balance regresivo y atroz para el progreso educativo civilizado de los adolescentes y de la juventud. Y el caso fue cerrado.

En la preparación de los jóvenes queda pendiente el debate sobre la educación superior en Colombia, se sabe que allí nada anda tan bien. Un punto de partida es el documento escrito por el filósofo estadounidense Noam Chomsky que merece ser analizado.  


POSDATA: Hay que recordar al historiador italiano Niccolo Persichetti: “El arte más difícil, y al mismo tiempo más útil, es el saber educar.” 

(04-04-14)


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