En Colombia todo se vuelve mediático y ley, lo
que agita la prensa vale para que el gobierno le pare bolas. Ayer, los
borrachines mataban a todo el que encontraban. Hoy, el cuento es con los
delincuentes del ácido que liquidan de manera cruel a sus víctimas. Cuando los
borrachos al timón mataron a más de uno, se alzó la protesta de la opinión
pública y los medios de comunicación la multiplicaron haciéndole eco hasta
cansarnos.
Fueron muchas los humanos que murieron por
culpa de los conductores borrachos, pero el peor daño causado era para la
familia del fallecido y como derivación para la del victimario. Después de tanto
ruido se ajustó la ley, aumentándose las penas y las multas para las personas
infractoras. Una vez puesta en ejecución la nueva norma, la policía arreció los
controles a través de un plan nacional que fue positivo.
Fue así como durante el primer mes de vigencia
de la ley, la accidentalidad por embriaguez se redujo en cerca del cuarenta y
seis por ciento. Hoy casi nadie habla de daños ocasionados por conductores
ebrios. En este momento se presenta algo similar. Ahora, es el ataque con ácido
dirigido a la cara o al cuerpo de la víctima. Similarmente, hay una nueva ley
que aumenta las penas para las personas que embistan a otras con ácido.
Hace poco el ministro del Interior Aurelio Iragorri
Valencia anunció una serie de medidas complementarias a las existentes que están
contenidas en la ley contra el uso del ácido. Las promesas del ministro tienen
un tinte de campaña presidencial, ofrece adelantar unas pesquisas para saber la
situación en que se encuentran las investigaciones de las víctimas quemadas por
ácido y otras substancias, cuando de novecientos veintiséis ataques sucedidos
en los últimos diez años (2004-2013), solo se han podido concluir tres.
Lo grave del asunto es que con esto se demuestra
una vez más la tardanza del gobierno y la paquidermia de la justicia y sus
órganos de control que no han prendido las alarmas, cuando los casos resueltos
equivalen apenas al cero punto treinta y dos por ciento, menos del medio por
ciento del total de eventos registrados. O sea que el noventa y nueve sesenta y
ocho por ciento quedaron impunes, yéndose al despeñadero de la vergüenza
nacional: la corrupción en la justicia. ¡Cuánta inmoralidad!
Así como ya pasó la era de los beodos, pronto pasará
la del ácido. Lo pertinente es que la autoridad de policía y sus equipos de
investigación no aflojen en ambos casos, es posible que como las redadas para
combatir a los conductores embriagados disminuyeron, en muy corto tiempo sucederá
lo mismo con la de los delincuentes del ácido. En esos momentos es que debió y
deberá estar presente el ministro del interior para que la correspondiente
autoridad no se duerma.
POSDATA 1: Del tratadista español Fray Luis de Granada,
queda: “La grandeza espanta a todos.”
POSDATA 2: En buena hora se celebra el 9 de abril de cada
año el Día de las Víctimas del Conflicto Armado en Colombia, fecha que coincide
con el día en que asesinaron al líder liberal Jorge Eliécer Gaitán en 1948, así
se honra su memoria como una víctima que fue de la violencia fratricida.
(11-04-14)