Algunos medios de comunicación repiten cada
día como loro que la política es dinámica para justificar el cambio de color de
los políticos de un día para otro. El voltearepismo se hizo común para justificar
la conveniencia individual de los políticos de asegurarse al poder. Considerar
esa actuación como un principio de la misma dinámica, es aún más grave y
absurdo. Más bien es una manera de disfrazar la mala política y desligar la política
de la ética y de la dignidad.
El voltearepismo es una forma de consentir a
los politiqueros de turno, es dejarlos que actúen a su conveniencia personal
contra el interés general y de alguna manera que justifiquen sus malas
actuaciones, en contraposición de las ideologías civilizadas y la existencia
misma de los partidos políticos como organizaciones centrales de la democracia.
El ex ministro Sabas Pretelt del gobierno Uribe, investigado por cohecho,
interpretó ese comportamiento como dinámica de la política y así quedó aceptado
por una minoría, especialmente entre ciertos periodistas que gozan del
privilegio del micrófono y se autoacreditan para difundir cualquier barbaridad.
No podría ser el voltearepismo parte de la
dinámica de la política porque va en contra de la ley, del orden social y de la
convivencia, atenta contra la libertad individual de los otros miembros que
hacen parte del partido o movimiento político al cual pertenece el voltearepas
y además, riñe con el derecho de elegir libremente al orientar el voto hacia un
ideario del que el ciudadano no está convencido, siendo otra forma de
corrupción política.
En la campaña partidista por la presidencia de
la república hemos visto de todo. La polarización política se extremó, de tal
manera que las propuestas programáticas pasaron a un segundo orden. Lo que sí
se probó es que la reelección presidencial no es buena en Colombia, país
políticamente inmaduro que no aprende y repite los mismos errores del pasado, es
poner al servicio del candidato presidente la mermelada, que no es otra cosa
que el reparto de la torta presupuestal o coloquialmente el CVY.
De la boca de los candidatos favorecidos por
las estadísticas de opinión no han salido ideas consistentes, las han
presentado de manera esquemática y sin ninguna profundidad ideológica y por eso
no han convencido al ciudadano común, en contraposición a algunos candidatos de
oposición de partidos minoritarios que sí lo han hecho, pero sin la menor
profusión por parte de los medios de comunicación.
Lo que ha pasado es la demostración de una
crisis del sistema político y de la dirigencia nacional que está acostumbrada a
comprar conciencia ciudadana y los ciudadanos a venderla por cualquier migaja,
situación altamente favorecida por la ausencia del voto de opinión y la
presencia de una gran abstención electoral. A pocos días de concluir el debate
electivo, la gente se enfrenta a un panorama votante singular que la obliga a
concurrir sin dubitación a las urnas, antes que abstenerse.
POSDATA:
Es la sabiduría del escritor francés Jean de La Bruyère: “El esclavo
no tiene más que un señor. El ambicioso tantos como pueden aumentarle la
fortuna.”
(15-05-14)