Regularmente no es
tan agradable montarse en un taxi urbano en el territorio nacional. El
transporte público, el mismo sistema que los ciudadanos utilizan frecuentemente
en las grandes y medianas ciudades para ir al trabajo o para trasladarse de un
lugar a otro no es tan cómodo como quisiéramos. El transporte público y en
concreto el de taxis, está agremiado y tiene jefes y caciques que lo defiende a
capa y espada, lo cual está bien, ya que es un derecho justo.
Pero a lo que no
hay derecho es que es un mal medio de movilidad en algunas ciudades y pueblos
de Colombia. Un ejemplo vale para todo el país. En Bogotá, la capital de la
república, el servicio de taxis urbano no es el mejor. Una docena de incomodidades
se observan para demostrar las irregularidades. Primera: Los conductores de
taxis no paran en el momento que el usuario lo requiere, prestan el servicio
cuando les da la gana. Segunda: Muchos cobran más de la cuenta, taxímetros
adulterados es común.
Sigue el despelote.
Tercera: No aceptan que los clientes recomienden la vía más rápida o el atajo
adecuado para llegar al destino. Cuarta: Los conductores se comportan grosera y
agresivamente ante una petición del cliente, listos a sacar la cruceta. Quinta:
Los teléfonos de las empresas de taxis casi nunca los contestan. Sexta: El
transporte no garantiza al usuario seguridad ciento por ciento. Séptima: Los
taxistas desconocen las direcciones de destino en la ciudad y embolatan al
usuario. Octava: Los dueños de los taxis en las horas pico ponen el vehículo al
servicio familiar.
Concluye la
comedia. Novena: Los taxis son sucios y hediondos por dentro. Décima: Los
conductores no se bañan y están mal vestidos. Décima Primera: No hay a quien
quejarse, tanto la autoridad como los sindicatos y empresas se hacen los de la
vista gorda. Décima Segunda: En ciertas horas prestan el servicio de transporte
en la dirección que viaja el conductor. Sin embargo, en la suma de debilidades,
hay excepciones.
Una ñapa. Los dueños de los sindicatos y las empresas jamás se preocupan
por capacitar a los conductores a fin de que presten un servicio decente,
aseado, digno y seguro. Pero en la hora menos oportuna sí reclaman derechos.
Apenas hace cinco días en Bogotá se sulfuraron y salieron a protestar por la
aparición de una empresa que brinda un servicio especial. Señores: para
competir hay que mejorar, si no lo hacen la gente apretaría las clavijas y
usaría a los que sí ofrecen un servicio tres “B”: bueno, bonito y barato.
POSDATA 1: Bienvenido
el mensaje del filósofo austriaco Konrad Lorenz: “Si el ave vuela demasiado
mal, será presa de cualquier animal rapaz antes de poder procrear.”
POSDATA 2: Antes,
cuando los dirigentes del partido de la “U” utilizaban a J.J. Rendón,
catalogado por ellos el mago de las faenas partidistas y las campañas
políticas, el servicio que éste prestaba era buenísimo, ahora no. Uno de los
alfiles de la campaña Uribista, Fernando Londoño Hoyos, opina: “la gestión de
J.J. Rendón, el hermano de bellaquerías de Santos, queda sin la última
respuesta.” (El Tiempo 06-05-14). Lo que antes era, incluido Londoño, harina
del mismo costal, ahora como el camaleón: una cuadrilla cambia de color y atiza
con la larga lengua.
(09-05-14)