Cartagena, la antigua del mar Caribe
y de Suramérica, cuyos archivos históricos fueron saqueados por los museos
españoles y la mano perversa tradicional, y tras estos episodios, el comején,
enemigo número uno del papel, trastornaron su leyenda. Hoy convertida en una
bella urbe, atractiva al turista por contar con un hermoso sector colonial y
otro de alta alcurnia de imponencia desarrollista, se desenvuelve en su
dimensión opulenta pero tan contraria en más de media geografía del territorio
agobiado por la pobreza y la miseria.
Desde años atrás hasta ahora,
aristócratas cachacos y burgueses en ascenso asentados en la capital de la
república convirtieron a Cartagena en un club social concupiscente, escogiéndola
como lugar para festejar lo inmenso de la recreación, distracción, placer y
relación social con fines de ascender y lucir la moda. En toda época está
presente el acto de gala que deleita a mediocres que lo ven en las secciones de
farándula de las revistas nacionales.
Al presente es otra ciudad que
sucedió a la enterrada sociedad culta y de buenas costumbres que allí vivió. Si
en el altiplano sabanero el año concluye con inventos sobre arte, en donde
prima la corbata, la bufanda, el sombrero y la moda televisiva de las señoras,
ya sea Cuqui, Kika, Vivi, Poly o Tuti, o la visita de un rey o reina que agrupa
la maquinaria empresarial y a los seleccionados políticos, acá es otra la
modalidad.
En La Heroica empieza el año con el
“Feliz Año”, que encabeza Poncho Rentería y la cursilería centralista, sin que
puedan faltar el hiperactivo Benedetti y el zorro Serpa. La rumba continúa, el
Art Cartagena, lucen Pachito Santos, Carlitos Lleras, el octogenario Fabio
Echeverri y algún Bessudo. Seguidamente, el Festival de Música, con asistencia
del ex presidente del ocho mil Samper, el constructor Pedro Gómez, el de la
infraestructura Caicedo y uno que otro Ardila de las gaseosas.
No puede faltar una que otra
fundación que viene para continuar la rumba. El Hay Festival de Cartagena, con
la presencia de Danielito Samper, Villegas de Avianca, la Pizarro del teatro, y
Poncho con su cuadrilla de espectáculos. En eso los cachacos convirtieron a La
Heroica. ¡Pues bienvenidos! Porque le dan empleo a los vendedores de chanclas,
de pantalonetas, de arepas con huevos, de carimañolas y a los contrabandistas
de whisky.
POSDATA UNO: ¡Señor
Presidente! Si no se hace la gran reforma que necesita la rama judicial, es
imposible mantener la VIDA y alcanzar la PAZ en Colombia.
POSDATA DOS: Que se fueran
los culpables de la bancarrota de la Universidad San Martín era lo que pedían
los estudiantes, como requisito para levantar la protesta. De ninguna manera
querían que siguieran los mismos dirigiendo el claustro. Al fin, la ministra
Parodi entendió el mensaje y así pudo estrenar la Ley 1740 de 2014 sobre
inspección y vigilancia a la educación superior. Destituyó a los directivos y
nombró rector. No de otra manera podía el ministerio de educación entrar a
arreglar un problema de desorden a brote en el centro universitario de marras.
En el país todo se puede componer cuando se quiere. La propuesta de reforma
educativa era imprescindible. Lo que no hizo María Fernanda Campo fue realizado
por la ministra Parodi, concretándose en la ley, que amarra la voluntad de los
fundadores a la conservación de las rentas “sin que pueda consagrarse o darse
de forma alguna el ánimo de lucro.” Lo que esperan los padres de familias es
que el ministerio de educación siga esculcando y atienda las quejas pendientes.
(06-02-15)