Existe una confusión en la opinión
pública nacional. Muchas cosas terribles que vienen sucediéndose años atrás,
siguen dándose sin que nadie se inmute, contrariamente el silencio prospera y
por esa circunstancia la alarma de los hechos invade el corazón de la sociedad.
Mucha gente en nada cree y menos en la autoridad establecida legalmente. Cuando
la justicia flaquea la violencia prospera, eso se está dando en el país sin que
se vea la menor intención de arreglo a corto plazo.
¿Será que el país se descuadernó?
Como el ex presidente Carlos Lleras Restrepo (Q.E.P.D) lo anticipó en 1991.
Pues el común de la gente lo ve así. Ahora que la revista Semana (Edición No.
1715) lo denuncia, a pesar de que muchos columnistas de periódicos lo habían
observado, la querella recobra la importancia que antes no tenía. El presidente
Santos se ha entregado de alma a la negociación con la FARC, asunto que los
amigos del proceso lo ven con buenos ojos. Sin embargo, a ciertos ministros que
les corresponde hacer lo suyo han descuidado asuntos de vital importancia para
la vida en convivencia.
El gabinete parece no pertenecer al
gobierno, el inmovilismo supera a la acción. Sin justicia no puede haber paz y
la injusticia genera violencia. Carruseles y carteles carcomen la pulcritud de
las empresas y del propio Estado. El ministro del interior Juan Fernando Cristo
y el superministro de la presidencia Néstor Humberto Martínez, más sus ojos los
han puesto en la mecánica política que en presentar soluciones.
La ministra de transporte ha
demostrado incompetencia frente a los paros de los camioneros y taxistas. ¿Como
así, que no se cumple con la promesa hecha a los transportadores de carga y
como así que se hace alianza con los dirigentes de los taxistas? Como
consecuencia del incumplimiento y del pacto, hoy se afronta la escasez de
alimentos lo cual abre la puerta a la especulación y algunos taxistas siguen
abusando de sus clientes. Los colombianos están cansados de la perniciosa negligencia
ministerial y de sus consecuencias.
POSDATA UNO: La senadora Paloma Valencia del centro
democrático propone dividir el departamento del Cauca en dos, uno para los
indígenas y otro para los mestizos, entre los cuales se cuenta ella. Se le
atrevesó el palo en la rueda. La idea no fue bien acogida, el sector que
representa a los naturales la rechaza, también los afrodescendientes, el
gobierno nacional y una fracción política. Un dirigente indígena la tachó de
creerse heredera colonial y otro ciudadano consideró que es una separación
bastante neonazi: terrible. Al parecer la propuesta es excluyente y
segregacionista. Esta vez a Paloma no le fue bien: voló bajo. Es tarea de la
senadora velar porque a los indígenas no se le violen sus derechos propendiendo
por más inversiones sociales a fin de sacarlos de la pobreza.
(20-03-15)