¿ORDEN, O ANARQUÍA EN LA UNICÓRDOBA?

Hace menos de tres meses la rectora Alba Durango y las directivas de la Universidad de Córdoba se reunieron dentro del claustro con unos encapuchados. El acto fue mal visto por la sociedad y las autoridades que en su deber lo reprocharon. En ese mismo momento y desde esta columna se puso de presente la grave irregularidad y se advirtió del daño que se le estaba haciendo al claustro universitario al permitirse el convite entre la cúpula gubernativa y los sin rostro.

Y en ese mismo instante se anotó en esta columna: No podría la rectora Durango ni sus tertulianos permitir semejante acompañamiento en un ambiente ilegal, la obligación era rechazarlos, a no ser que los encapuchados sean de confianza del propio gobierno universitario, no obstante el ciudadano se abstiene de pensar semejante causa la que haya sido la antesala del encuentro. La obligación de la directiva universitaria era la de poner en conocimiento de la Fiscalía General de la Nación los hechos presentados. Igualmente, con asombro se dijo: Queda la duda de complicidad, hasta tanto la rectoría no aclare el asunto.

La señora rectora nunca justificó lo sucedido en ese día y todo quedó entre familia en los predios del domicilio. Pero lo que acaba de acontecer ahora es aún peor, porque agrava la situación de orden interna de la universidad y establece un estado soberano dentro del territorio del departamento. El acuerdo suscrito entre las directivas de la universidad y los estudiantes para prevenir el ingreso de la fuerza pública al campus y para estudiar las noticias que la prensa de Montería y Córdoba emitan, es algo insólito.

Esa componenda es una intromisión indebida que contradice el objeto fundamental de la educación, la cual frena el cumplimiento de una obligación a cargo de la autoridad de policía dirigida a proteger a las personas del vandalismo y la violencia. Además es una censura ilegal y descarada a los medios de comunicación. No se debe olvidar que la autonomía universitaria tiene límite y no puede transgredir las normas sociales de convivencia y las regulaciones de protección ciudadana.

Tampoco bajo el privilegio de la autonomía universitaria es posible fraguar el delito y violar el derecho a la libertad de expresión y el de recibir información de las personas que está consagrado constitucionalmente. Por encima de la ley, está la Constitución de la República, la cual le entrega a la policía la obligación de mantener las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas, asegurando a los habitantes la convivencia en paz. Esto en su conjunto hace parte de los derechos humanos.

¿Cree la rectora de la Universidad de Córdoba y su cohorte que es plausible que unos  individuos destruyan bienes públicos y ataquen violentamente a los transeúntes y vehículos sin razón? ¿Cree la rectora de la Universidad de Córdoba y su cohorte que los ciudadanos van a permitir que la prensa no les informen sobre lo que sucede en el claustro que ella dirige? ¿En qué país estamos? ¿Será en uno imaginario, que la rectora y su cohorte fundó, en donde impera la impunidad y la anarquía? ¡Desenreden la madeja!


POSDATA: Precisó el novelista francés Benardino de Saint-Pierre: “El premio más noble de la ciencia consiste en el placer de ilustrar la ignorancia.”

(15-05-15)

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