Edgar Vergara Figueredo
Una vez elegidos los alcaldes distritales y municipales para el periodo
2016-2019 se consolida entre la gente una esperanza de mejoramiento del
bienestar, al pensar que ahora si se va a hacer lo que no se hizo antes, específicamente
en aquellos sectores sociales comunes: educación, salud, vivienda, caminos
rurales, agua, saneamiento y en general infraestructura.
Cada cuatrienio vuelve la esperanza en aquellas ciudades y pueblos
rezagados y que se mantienen así como consecuencia de la
corrupción y el desgreño, lo cual viene socabando las tesorerías distritales y
municipales. La mayor queja que se oye es que en los municipios los
administradores locales se roban la plata de los impuestos y que los alcaldes
salen rico del puesto: finca, casa, carro y buena vida, incluida en la fortuna
la esposa y los hijos.
Mientras en algunos se ha visto el progreso porque los bienes comunes se
han acrecentado de manera notable a través de las inversiones públicas, en
otros, se observa el atraso en todos los frentes de la vida y hasta en la
propia mentalidad de los oriundos. Tan grave es que la corrupción vive entre los
dirigentes locales y construye el nido de pollitos que se procrean contagiando
el espíritu de los habitantes desesperanzados.
Aún con todo lo que ha pasado en los de atraso crónico, la gente sueña
con un cambio, llenándose de optimismo en el momento de la nueva elección de
alcaldes, a pesar de que elegir al mejor se ha constituido en un rompecabezas improbable
de armar. Es aquí en donde viene prosperando con más rapidez la pobreza
caracterizada por el alto analfabetismo político.
Es culpa de la misma gente que el control social que tanto auge tuvo en
el pasado esté agonizando. Los medios de comunicación lo han asumido llenando
el vacío dejado por los ciudadanos apáticos a participar en los asuntos locales.
A pesar de todo, la esperanza de la construcción y ejecución de los planes municipales
no se ha perdido y perdurará hasta cuando los elegidos concreten el pueblo
soñado por sus ciudadanos.
POSDATA: Un consuelo del escritor español Pedro de
Ribadeneyra: “Sustenta las miserias de esta vida con la esperanza”
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a pesar de que el Decreto
1684 de 1993 que creó la condecoración "Enrique Low Murtra al
mérito en el servicio de la Fiscalía General de la Nación" para exaltar
las virtudes y servicios de los funcionarios y empleados de la Institución, y
como estímulo a la honestidad, consagración, perseverancia y superación de
estos servidores del Estado, el fiscal Eduardo Montealegre condecoró a la
contratista Natalia Springer, pues ella no es funcionaria ni empleada de la
fiscalía. ¿Qué tal esto?
(18-12-15)
