EXCESO DE ABUSO Y OMISIÓN

No es nada nuevo que existan excesos en el cuerpo de la policía nacional de Colombia. Se observa que por mucho que se esté haciendo para mejorar su funcionamiento todavía quedan lagunas. La policía de tránsito es el cuerpo más abusador, y tras este órgano, siguen las dependencias administrativas de las secretarías de movilidad o tránsito del ámbito municipal o distrital del país.

El diario de lo que sucede en las oficinas que resuelven las multas y fotomultas ilustra el desmán. El Código Nacional de Tránsito define al comparendo como una orden de notificación para que el presunto contraventor se PRESENTE ante la autoridad de tránsito por la comisión de una infracción. Lo que está sucediendo en Bogotá es insólito, a pesar de ser la capital de la república, no entrega buen ejemplo a los demás municipios y distritos.

Tampoco es el modelo de ciudad que deseamos los que vivimos en ella. Aquí se cometen violaciones a los derechos del ciudadano. Ha entendido la autoridad de movilidad de la Capital que el comparendo es una infracción que no es discutible y desconocer que es apenas una orden de presentación del inculpado. A partir del momento en que el ciudadano es cobijado por un comparendo, cae en la trampa y comienza el calvario.

Una vez concurre el acusado y hace su descargo frente a un funcionario de la Secretaría de Movilidad que se presenta como “autoridad de tránsito” (una especie de fiscal sin rostro), le define, a escondidas y autónomamente, dictando a poco tiempo la providencia. Fallo, lleno de errores idiomáticos y contradicciones, el cual, a la luz del derecho viola todas las reglas y procedimientos establecidos por la ley para el caso.

El ciudadano al observar que no recibe una respuesta del recurso de reposición; un tiempo después, se acerca a la Secretaría de Movilidad (archivo), en donde le entregan una copia del expediente, una especie de resolución, proferida por la rimbombante “autoridad de tránsito”, con firma tachada. El arbitrario funcionario no da tregua para exhibir semejante exabrupto jurídico, pues el expediente niega toda formación de derecho y para remate se vuela el debido proceso constitucional, al no comunicar al contraventor, dentro del término legal, el acto administrativo.

Ojalá no sea esta la conducta que estén adoptando los empleados públicos que atienden los reclamos de comparendos en las jurisdicciones municipales y distritales del país. Pues si han seguido el ejemplo de Bogotá. ¡Apaga y vámonos!  

POSDATA: Todos los días en Colombia mueren niños y niñas a causa de violaciones. La más reciente, la ocurrida a la niña de 7 años Yuliana Samboní, violada y asesinada el domingo pasado en un barrio de Bogotá por Rafael Uribe Noguera. Todavía en Colombia no se ha consolidado una protesta ciudadana continua y sostenible. Todo lo que sucede, se olvida. Los sentimientos son explosivos, de un día, y luego, todo se ignora.


(10-12-16)

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