Cada vez que la gente se
queja por el desempleo, el costo del mercado, el arriendo y los medicamentos, sale
el gigante ministro de hacienda, Mauricio Cárdenas, a decir que hay que superar
el pesimismo, agregando a su cháchara, que las instituciones internacionales
tienen a Colombia en la cúpula de la economía mundial. El pomposo ministro nos
envía un mensaje paliativo, de que la inflación bajará y los banqueros nos
abrirán las puertas del crédito barato.
El ministro y el equipo
económico del gobierno nacional, incluida la junta del Banco de la República,
creen que ellos son los señalados de divulgar la palabra de Jesús. Quieren
convencer al pueblo de que todo lo que deciden está bien y se hacen los que no
entienden que cuando se ahonda la crisis la gente se empobrece y sus hogares
tienen poco para gastar.
Pretenden poner en
práctica la fórmula de la multiplicación de los panes, pero la carreta no
funciona porque la gente desprecia el cinismo, al saber que la mayoría de las
medidas son para defender la corruptela del establecimiento y de los grandes
empresarios que presionan para que no haya importaciones competitivas y poder
vender caro.
Por un largo tiempo, la
junta del Banco de la República, encabezada por el ministro Cárdenas, no hizo
otra cosa que aumentar la tasa de intervención hasta llevarla al cielo, es el
termómetro para que los bancos las mantengan o las aumenten, derivando
encarecimiento del crédito. Ahora cuando la economía se encuentra en un periodo
de desaceleración, el ministro Cárdenas pregona la prosperidad para los
colombianos.
Si bien la autonomía del
Banco de la República es saludable cuando busca el control de la inflación, a
través de la emisión secundaria de la moneda, el exceso es perjudicial. Lo
estamos viendo, la junta tuvo la oportunidad para tomar la decisión de frenar
el alza del interés y no lo hizo. Ahora, cuando ciertos sectores gremiales le
piden que ya basta y advierten que el consumo se detuvo, el gobierno y su ministro
reaccionan en momentos en que la gente se quedó con los bolsillos vacíos.
De la junta directiva del
banco, integrada por tecnócratas, poco se puede esperar. Sus miembros nunca han
sentido la carestía como tampoco la escasez de dinero en sus bolsillos. Se
olvidan de que las variables macroeconómicas no convencen a los ciudadanos.
Desatienden que los consumidores ante la
falta de dinero se desaniman por los altos impuestos regresivos, como el IVA,
la robadera de plata y la crisis de justicia en donde el ladrón paga cárcel
domiciliaria y el que roba un chocolate es encerrado para siempre.
POSDATA: Hay confusión entre los funcionarios del gobierno y los políticos para
tratar la crisis de valores, política y de liderazgo por la cual atraviesa la
república. Reformar maquillando no es reformar.
(21-04-17)