Aquí viven 200.000 personas incluidas todas las veredas, rodeadas
de selva cultivada de coca y laboratorios para su procesamiento. Como actividad,
la coca arroja una producción anual de 200.000 toneladas, posicionándose como
sustento de la economía. Los niños y niñas se levantan en una sociedad frágil;
y los jóvenes, que son la mitad de la población, no sueñan sobre futuro, se desesperan. Viven del rebusque,
entre la violencia y el miedo, rodeados de un caos porque el terruño no les
brinda ningún oficio decente y aún lejos de bienestar.
En medio del ambiente turbio y lleno de necesidades y
pobreza, no hay empleos para la juventud; miles de muchachos que se ven deambulando
se desempeñan de vendedores de microtráfico en los barrios, pistoleros a sueldo
y lancheros al servicio de los narcotraficantes. Y en medio de esa realidad,
predomina el crimen; 70 homicidios por cada 100.000 habitantes, cifra que
espanta, si se compara con la nacional que es de 25 asesinatos.
Entre la juventud está arraigado conseguir dinero fácil, que
es posible gracias a la existencia de las actividades vinculadas con el
narcotráfico, la violencia y el abandono de la población por las autoridades
locales y el departamento de Nariño. El desempleo es la enfermedad de toda la
comunidad. El 70% de la población está sin empleo, el mayor número son jóvenes,
entre 15 y 30 años. Lo cual representa el mayor drama del municipio.
A pesar de que en el territorio se cultiva también cacao,
palma, caucho, tagua y se produce oro, petróleo y pescado, el cultivo de la coca
predomina. Existen 20.000 hectáreas plantadas en la jurisdicción, cifra que sobrepasa
a las demás sembrados y se impone desde el punto de vista irregular. Mientras la
labranza de la coca genera por hectárea a una familia $500.000 mensual, el cacao
que es de alta calidad y demanda, apenas le produce $120.000 al mes.
No obstante que el poblado está cuidado por 1.000 soldados,
2.000 policías, 16 patrullas del esmad y 32 carabineros, la violencia se
sobrepone a la debilidad de la fuerza. No solo los adolescentes la sufren,
todos los moradores son víctimas, puesto que existe entre ellos una falta de
confianza de los gobernantes, vinculada a la corrupción entre los agentes
municipales. La educación, es de baja calidad, el magisterio se ha convertido en
una rapiña burocrática de los políticos.
Sin planificación y vigilancia, la poca plata que llega de
las transferencias nacionales se la roban los mandamás y sus agentes, en
presencia de los órganos de control que desconocen las denuncias ciudadanas. El
padre José Luis Fonsillas, dedicado al estudio de lo que pasa en este terrullo,
afirma: ¡TUMACO ES ÁFRICA!
POSDATA: ¿Se
esconderá la miseria de Tumaco, Buenaventura, el Chocó entero y otras
poblaciones de Colombia, en las estadísticas de reducción de la pobreza que el
Estado Nacional, como conquista, muestra anualmente?
(09-06-17)